Conoce a Ingrid, asociada Andares y Promotor de Grupos de Crédito en Fundación Espoir. Aquí nos cuenta su historia.
La verdad, no sé muy bien cómo
empezar a contar mí historia; pero creo que debería presentarme. Mi nombre es
Ingrid Pincay, sí, esta soy yo, una dramática, a veces no tan cuerda, risueña,
muchas, pero muchas veces llorona y algo sensible, aunque he aprendido a ser
más fuerte, la vida te enseña bastante, incluso con cosas simples como caerte
de la cama… Y a veces, aunque no se lo crean, ingenua.
Mi vida laboral empezó en un
local que vendía repuestos y lubricantes para vehículos, donde trabajaba como
asistente de ventas de mostrador, con un sueldo súper bajo, sin afiliación a
seguro médico, sin uniforme, realmente nada formal, pero la verdad, ya
necesitaba empezar a trabajar, estuve ahí unos pocos meses, ya que trabajaba
incluso los sábados y me parecía que era algo explotada. Empecé a buscar un
nuevo trabajo, a dejar hojas de vida por todos lados en los que veía algo de
acuerdo con lo que yo estudiaba, un puesto administrativo, algo más formal, con
afiliación al seguro, al menos. Yo
estudiaba en ese entonces en la Universidad De Guayaquil, en la Facultad de
Ciencias Administrativas, la carrera de Ingeniería en Gestión Empresarial y ya
estaba en mis últimos semestres, solo me faltaban ciertos cursos y materias, y
mi tesis.
Una mañana de junio del 2015,
me llamaron para una entrevista en una institución financiera. La entrevista me
pareció amena y, como estaba en la universidad, en los últimos semestres ya
había lidiado con los docentes como si fueran colegas, había aprendido a
comunicarme muy bien. Si estuve algo nerviosa pero me explicaron el cargo, me
presentaron a la jefa del departamento y unos días más tarde me otorgaron el
cargo de Asistente de Excel.
Mis compañeras de departamento y mi jefa eran bastante comprensivas. El puesto me gustó bastante, ponía en práctica mis conocimientos de la Universidad y me permitía tomar decisiones sin estar consultando mucho. Eso definitivamente era lo mío. Cuando ya aprendí bien, era sencillo, pero era bastante, hice muchas horas extras, sentía que me faltaba tiempo. Sin embargo, cumplía. Estuve en el puesto cuatro años.
Durante los últimos meses en ese puesto, sentí mucho estrés, incluso recuerdo que empecé a aplicar en otros lugares. Fui a entrevistas, pero realmente el sueldo no era lo que yo buscaba. Entonces solicité un aumento de sueldo en el cargo que ya tenía, puesto que es un cargo de bastante trabajo y responsabilidad. Pero mi petición, lamentablemente, fue negada. Actualmente hay una persona más en ese departamento, antes éramos tres, ahora hay cuatro, así que las cargas laborales bajaron para la persona que tiene ahora el puesto que yo ocupé.
Y es aquí donde viene la otra parte de mi historia universitaria. Durante mi cargo como asistente de Excel, desde el 2015, me fue posible completar los cursos que me faltaban en la universidad, las pasantías documentadas. El 4 de diciembre del 2017 por fin pude conseguir mi título universitario, después de postergar mi tesis por años. Fue uno de los momentos más felices de mi vida, era algo cumplido, no solo para mí, sino también para mis padres. Fui la primera de sus hijos en culminar estudios universitarios. Estaban orgullosos, sus ojos tenían un brillo inmenso. Ahora soy Ingeniera en Gestión Empresarial.
Ya con ese título anhelaba
poder crecer profesionalmente en el ámbito laboral pero, lamentablemente los
sueldos en Ecuador, son muy bajos para un profesional. Incluso piden mucha
experiencia, pero para mí buena suerte, las puertas se me abrieron cuando
anunciaron en la misma institución donde laboraba que había un cargo disponible
en otra área, donde si bien el sueldo no variaba mucho, había otros beneficios.
La institución es muy buena.
Apliqué y fui seleccionada para el cargo. Ahora soy promotora de crédito. Es bastante complicado y, a veces, difícil. A veces quisiera quedarme en cama, pero luego de camino al trabajo, cambio de actitud y empieza mi día, esforzándome por dar siempre lo mejor, por aprender cada vez más, siendo más empática, más firme, mejor.
No se me hizo muy difícil al
principio, puesto que tenía algo de conocimiento, debido a que el área donde
estaba antes, está muy conectada con el área en la que actualmente estoy. Al
principio, ciertos clientes no estaban de acuerdo en quedarse conmigo como su
asesora. No les gustaba el cambio. Es que la gente siempre tiene miedo a los
cambios. Pero luego me fueron conociendo y yo a ellas, y todo fue mejorando. Empecé
con una cartera de clientes muy pequeña, pero ahora tengo más; y ese no es el
límite, siempre estaré dispuesta a seguir creciendo.
Ahora, no todo es color de rosas. Mi sueldo mejoró, he aprendido a manejar mejor mis finanzas pero, así mismo, me toca trabajar muy duro, quedarme después del horario laboral, trabajar en ocasiones los sábados. A pesar de que no me pagan horas extra, me esfuerzo, me quedo más tiempo cuando lo amerita. Es que una persona tiene que dar lo mejor para llegar a la meta que se anhela. Estoy donde quiero estar, pero sé que aún puedo seguir mejorando y seguir creciendo en la empresa donde estoy actualmente. Me gusta lo que hago y lo hago bien.
Hay que siempre esforzarse,
aprender de cada cosa que hagamos, de nuestros errores, de nuestro pasado, empezar
de cero cuando toque. Lo importante es no darse nunca por vencidos, a veces es
difícil para las mujeres, no lo digo solo por la igualdad de género, sino más
bien porque una mujer no sólo anhela una vida profesional exitosa, sino que en
el camino, tenemos ciclos naturales, como la menstruación. Por ejemplo, a veces
nos toca laborar con cólicos, o cuando una mujer es mamá, hay que también estar
pendiente de los hijos y no sólo del trabajo, las hormonas a veces nos juegan
malas pasadas. Pero hay que aprender a conocernos, para que esto no nos afecte,
para que cuando queramos tirar la toalla, dormir, nos levantemos al día
siguiente con toda la actitud de una persona que quiere darlo todo por
conseguir sus metas, por lograr siempre sus objetivos. Somos fuertes, inteligentes.
Las aliento a no desistir nunca. Aunque les tome más tiempo, hay que lograrlo.
Si una no lucha por conseguir sus sueños, nadie va a hacerlo por nosotras.
Aunque nos toque golpear muchas
puertas, aunque nos toque empezar desde abajo, la perseverancia, el auto
educarse y romper barreras son nuestro mejor esfuerzo. Siempre serán las
mejores herramientas para alcanzar nuestros sueños, para crecer como persona y
también de manera profesional, para continuar hacia adelante siempre. Éxitos
para todas.
- Ingrid Pincay
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