Las IMF necesitan a las mujeres pero, ¿pueden las mujeres confiar en las IMF?


Hace tres años, fundé Andares, Mujeres para las Microfinanzas -junto a Mariana Martínez y Paola Rojas- en respuesta a las frustraciones que recogí de las mujeres que intentaban avanzar y sin mucho éxito en sus carreras en el sector de las microfinanzas. En 2015 y 2016, el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Fundación Calmeadow, nos financiaron para poner a prueba nuestra corazonada: las mujeres se han quedado por fuera de los puestos de liderazgo en este sector. En el estudio, encuestamos 136 IMF en América Latina y el Caribe, la mayoría de ellas consideradas -en ese momento y por el BID- como las "mejores" IMF del sector. Entre estas, las mujeres representaban el 53% de los empleados, pero solo el 18% de presidentes de juntas directivas y 28% de directores generales. Pero, ¿por qué esto sigue siendo un problema cuando las mujeres apenas ocupan el 6% de las posiciones en juntas directivas en empresas públicas en América Latina? ¿No deberíamos estar orgullosos de este progreso comparativo?

La respuesta es simple: tenemos poco de qué enorgullecernos. Los clientes de las instituciones de microfinazas, que tradicionalmente han sido mujeres de bajos ingresos, pueden perder su sentido de conexión con las IMF que frecuentan. Esto es un problema grave en un sector donde la voluntad de pagar los préstamos es tan importante como la capacidad de pago. Hemos visto, una y otra vez, microempresarios persuadidos por políticos, miembros de su familia y organizaciones de la comunidad, para dejar de pagar sus préstamos. Sin embargo, en lugar de realinearse a las necesidades de sus clientes, muchas instituciones han comenzado a confiar principalmente en datos de agencias de crédito para tomar decisiones sobre préstamos. Pero es claro que ningún bureau de crédito le dirá cómo se siente un cliente acerca de su institución o si este dejará de pagar su préstamo si un político local está empujando a los electores hacia el incumplimiento.

En nuestro estudio "Empezando por casa" -disponible en español- argumentamos que mostrar respeto por las mujeres debe estar en el ADN de una institución. Solo en las últimas semanas, en mis viajes por el mundo, he escuchado que a las mujeres se les niegan las promociones en las IMF por razones de “seguridad”. También me enteré de intercambios de dinero a cambio de favores sexuales. A nivel personal, un CEO de una IMF me preguntó al ingresar a una reunión, si ‘alguien más’ se uniría a mi colega (mujer) y a mí durante la misma. Una última decepción esta semana fue cuando un colega en Perú me envió materiales promocionales de una IMF local. En múltiples anuncios de las poderosas Cajas Municipales, aparecen fotos de mujeres como elementos decorativos. En uno se puede apreciar a una mujer vestida con traje típico imitando a una muñeca que aparece a su lado. En otros, pueden verse mujeres con ropas apretadas y estilo reinas de belleza, junto a “ejecutivos” hombres. El colega que me envió estas fotos me preguntó: ¿Qué rol tienen (todavía) las mujeres en las instituciones de microfinanzas en Perú? ¿Cómo podemos contribuir para que esto cambie? Agradezco que me hiciera llegar estas inquietudes y me siento contenta al reconocer que las soluciones no son tan difíciles.

Un primer paso es: ¡hablar! Al planificar reuniones y eventos, asegurémonos que todos los actores relevantes, incluidas las mujeres, sean invitados y consultados. Un segundo paso es: promover el cambio desde adentro. Si la propuesta de valor de las microfinanzas es ser una empresa social en lugar de un banco de segundo o tercer nivel, el sector necesita promover un comportamiento ético y responsable. Si las IMF deben apoyar a las mujeres de bajos ingresos, deben colocar sus ambiciones monetarias por detrás de sus intenciones sociales y comenzar "en casa" apoyando el crecimiento profesional de su personal femenino. Andares continuará impulsando este cambio, incluyendo a mujeres y hombres en estos esfuerzos; pero, sin duda, el compromiso debe ser mucho más amplio e involucrar a más de una organización, para que los cambios puedan realmente plasmarse en el sector.

Barbara Magnoni



Este blog fue originalmente publicado en inglés en MicroCapital Monitor


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