Las ventajas estratégicas de empoderar a la mujer

María Cavalcanti asumió el cargo de Presidenta y Directora Ejecutiva de Pro Mujer a comienzos de este año. Nos habló sobre el futuro de la organización bajo su liderazgo, la importancia de ofrecer productos y herramientas que acompañen a las clientas durante todo su ciclo de vida, y los beneficios de la participación de la mujer en los puestos de liderazgo en el sector de las microfinanzas en América Latina y el Caribe (ALC).
¿Cuál es su visión sobre el futuro de la organización bajo su liderazgo?
Pro Mujer es una organización que está ingresando en el 26vo año de operaciones. Empezamos apoyando a mujeres en El Alto de Bolivia, inicialmente con educación. Al trabajar con ellas descubrimos que tenían otras necesidades. Hace 26 años, era un momento muy propicio para las microfinanzas, eran momentos en que las instituciones de microfinanzas se hicieron muy fuertes en América Latina. Nuestras fundadoras,  Lynne Patterson y Carmen Velasco, empezaron a trabajar en ese espacio. 

Crecimos bastante en el área de microfinanzas, apoyando a mujeres en el área de banca comunal. Trabajamos con mujeres que no tenían la experiencia del crédito y tampoco con los bancos, donde tendrían realmente una interacción con las instituciones de crédito.
Esto lo hicimos en dos partes, una brindando capital y la otra con campañas de capacitación financiera, enseñándoles a manejar su propio dinero. Crecimos mucho en este espacio y hace 10 años vimos que podíamos hacer mucho más. Vimos que teníamos un grupo de mujeres que ahora tenía un potencial de emprender y comenzamos a apoyarlas con servicios de salud y educación. 
Pero todavía tenemos que hacer mucho más y en esta nueva etapa de Pro Mujer, vemos que estamos muy bien posicionados para lograr mucho más con esta red de 250 mil mujeres. En estos 26 años otorgamos más de un billón de dólares en préstamos y trabajamos con más de un millón de mujeres. Estamos bien posicionados para expandir nuestra presencia como una respuesta a la demanda de cambio constante de nuestras clientas. La idea es volvernos una plataforma sostenible a gran escala que brinde los servicios y herramientas que las mujeres en América Latina necesitan durante toda su vida. Es algo que va más allá de los dos o tres servicios con los que empezamos a trabajar.
En estos momentos, el sector enfrenta nuevos retos, la fuerte competencia domina las preocupaciones de los actores, en parte porque existe un nivel de saturación en muchos mercados, en este contexto, es posible ver que los préstamos a los clientes tradicionales de las microfinanzas, las mujeres de bajos ingresos, están teniendo un rol más reducido en las carteras de algunas IMF de la región, ¿Cómo ve que estos cambios en el sector podrían afectar/significar un desafío para el modelo tradicional de Pro Mujer?
El sector está cambiando y está cambiando por varias razones. Por razones de competencia, hay más saturación en el mercado de acceso a capital y también porque las mujeres de ahora tienen más experiencia en cómo manejar sus finanzas y están buscando otro tipo de productos. Para que nuestra plataforma sea aún más relevante, tenemos que ofrecer un abanico de productos que realmente sea diversificado y que responda a las necesidades de nuestras clientes, desde seguros hasta distintos tipos de préstamos, ahorros y apoyo para que estas mujeres se vuelvan dueñas de sus viviendas y puedan hacerle mejoras a las mismas. Estas mujeres buscan avanzar con sus finanzas y vemos que no hay en el mercado una variedad de productos que les ofrezcan herramientas que las apoyen, desde un pago móvil hasta un seguro, una forma de ahorrar o de acceder a un préstamo para la educación de sus hijos.
Para nosotros en Pro Mujer este es un momento propicio. Lo que queremos es apostar en otras áreas, como lo es el apoyo al emprendimiento. Tenemos  250 mil clientas mujeres y muchas de ellas son micro emprendedoras. Vemos que hay un potencial muy fuerte de realmente trabajar con un porcentaje de ellas para que puedan ingresar a la economía formal y hacer crecer sus negocios. Es un apoyo que va más allá de la educación financiera, es un apoyo empresarial. Vemos que debemos crear nuevas ofertas dentro del área de salud y de educación. Muchas de nuestras clientas están buscando capacitarse más para buscar empleos que les paguen salarios más competitivos y que ellas puedan crecer dentro de ese espacio. Estamos aquí para buscar soluciones que empoderen a las mujeres de América Latina. No queremos entonces estar enfocados en un producto de microfinanzas que fue diseñado 30 años atrás. Nuestro compromiso es proveer productos que sean innovadores y relevantes para estas mujeres, para que puedan preparase para los próximos 5 o 10 años de vida.
Hablando de liderazgo, ¿ve usted a Pro Mujer como un ejemplo para otras IMF de la región, en su promoción del liderazgo de la mujer en la región? ¿Siente que el directorio de Pro Mujer está comprometido con tener una Directora Ejecutiva mujer? ¿Por qué?

Pro Mujer es un ejemplo para América Latina y también para otras regiones. No hay muchas organizaciones con liderazgo de mujeres que tengan un porcentaje tan fuerte -70%- de empleadas mujeres en la planilla laboral y 95% de clientas mujeres. No necesariamente queremos ser un 100% de mujeres en todo, creemos que la diversidad es necesaria y nuestro diálogo es bastante incluyente.
Lo que veo en la región es que sólo un 18% de los presidentes de directorio de las IMF en ALC son mujeres. Además, las mujeres sólo ocupan el 31% de los puestos de director en las juntas directivas y el 39% de los integrantes de las altas gerencias (datos del estudio: “Empezando por casa: El liderazgo femenino en las entidades de microfinanzas en América Latina y el Caribe”). Esto tiene que cambiar porque la igualdad de género no es sólo una obligación social y moral, es un imperativo económico. Es muy importante entender que contar con una diversidad de formas de ver una situación y responder ante esa situación ayuda económicamente a las organizaciones.
En este momento, creo que Pro Mujer es un punto de referencia en ALC para otras microfinancieras porque estas sí ven la necesidad de atender a un público femenino pero todavía no ven las ventajas estratégicas de realmente tener mujeres en posiciones estratégicas y, sobre todo, en posiciones de liderazgo.
¿Cree que se necesitan más mujeres en microfinanzas con experiencia como la suya, en el ámbito público y privado?
Sí, y sí hay un porcentaje enorme de mujeres con mucha capacitación en ALC. Las mujeres en la región sobrepasan a los hombres en temas de educación y experiencia profesional. Lo que sucede es que por más que las mujeres crezcan inicialmente, en sus carreras no avanzan y no son aceptadas en funciones de mayor liderazgo –posiciones seniors. Y ahí es donde debemos cambiar.
Pro Mujer puede ser un punto de referencia para el resto del mundo. Todavía hay mucho por hacer en este espacio. Hay muchas mujeres con experiencia. Lo que tenemos que tener es el valor y la resolución, el pensamiento estratégico de tener una diversidad de genero representada a nivel de liderazgo.
¿Cuáles cree que sean las barreras que enfrentan las mujeres en microfinanzas en ALC para alcanzar puestos de liderazgo?
Lo que veo que las barreras internas y las externas de las instituciones financieras son las mismas que impone la sociedad. Aquí, en este espacio de microfinanzas debemos cambiar este estereotipo de la sociedad, introducir una nueva manera de pensar. Las microfinanzas surgieron como una respuesta a un problema social y cuando no tenemos diversidad de género en el liderazgo de microfinanzas estamos enviando un mensaje contradictorio. Tenemos que tener una representación de género que sea igualitaria, que represente a ambos géneros.
Cuando voy a hablar con mis clientas, se sienten más cómodas hablando con otra mujer. Yo tengo experiencia intuitiva para entender sus desafíos. Por eso es importante que un grupo de trabajo sea mixto, compuesto por mujeres y hombres, que entiendan que hay una diversidad de problemas y que, por eso, es necesario una diversidad de respuestas. Para mí, es inaceptable que no tengamos igualdad de género y de representación femenina a los mismos niveles en microfinanzas, es algo que no tiene sentido.
¿Usted ha enfrentado alguna vez estas barreras? ¿Cómo se superan?
Cada día, cada mañana, cada tarde paso por ese desafío. Cuando empecé en el área de consultoría estratégica a finales de los años 90, mi compañía estaba muy feliz porque finalmente había llegado al 3% de mujeres en su liderazgo, y eso para ellos era mucho. Ya hemos cambiado mucho pero todavía queda mucho por cambiar. Lo que vemos en reporte tras reporte comprueba que la participación y la diversidad de género en instituciones financieras, no solo agregan al ámbito social y moral, sino también al económico. La diversidad de género en el liderazgo de instituciones financieras está relacionado con una rentabilidad entre 7% y 15% mayor (*), cuando estas tienen mujeres en su directorio y en su liderazgo. Son más rentables que cualquier otra compañía de finanzas, entonces no es sólo una cuestión ética sino también económica.
Cuando una mujer es gerente general en una IMF en ALC, en promedio, hay un porcentaje mayor de mujeres en Alta Gerencia (54%) que en aquellas IMF con un hombre a cargo de la Gerencia General (33%). Esto es importante no solo porque la mujer está participando del liderazgo y esto trae una diversidad de respuestas, pero también porque esta tiene un compromiso con la diversidad dentro de la planilla laboral de su organización.
Toda mi vida profesional, independientemente de la industria, sufrí este tipo de desafío y, por eso, estoy comprometida a trabajar en Pro Mujer y cambiar esta realidad para las mujeres de hoy y, sobre todo, las próximas generaciones de mujeres líderes.
(*) Esta entrevista fue originalmente publicada en el Portal de Microfinanzas/CGAP.

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