Mujeres haciendo microfinanzas en Latinoamérica: De la “cocina” a la toma de decisiones


Por Barbara Magnoni

Recientemente viajé a una oficina local de una institución microfinanciera para visitar a sus clientes. Una de las lecciones que aprendí en el campo fue que es mejor prestarle a una mujer porque ella es más responsable. Ciertamente esto no implica que el prestatario tiene que ser necesariamente la mujer.

Nos sentamos en la casa del cliente a tomar jugo, la mujer nos servía mientras conversábamos con el esposo. Me percaté que la mujer estuvo más tiempo en la cocina durante la visita pese a ser el prestatario preferido, independientemente de su rol en el negocio. Las mujeres son las que usualmente preparan el jugo, sirven a los invitados y limpian la casa. Ellas pueden hacerse cargo de sus niños mientras supervisan y alimentan a otras personas, contabilizan el dinero y ayudan a recoger frutas de los árboles. Pero ninguna de estas actividades implica que estas mujeres estén participando en la conversación, que decidan cuándo prestar o el monto del préstamo, o si este será empleado para el negocio o para comprar una moto, por ejemplo.

En el mismo viaje, entrevisté a un par de mujeres de unos 60 años, que habían sido cliente de entidades financieras, no porque ellas tenían negocio propio pero sí por su buen record crediticio. Sus respectivos hijo y yerno, no tenían historia crediticia, y ellos confiaban en sus madres para que soliciten el crédito. Yo pregunté: ¿Qué pasaría si ellos llegaran a no pagar el crédito? Ambas reconocieron que, aunque tenían influencia en estos varones (hijo y yerno), no podían garantizar 100% el pago del mismo. Pero sugirieron que, de ser necesario, podrían solicitar otro préstamo en otra institución para saldar el crédito anterior, en un corto plazo.

Mientras que muchas mujeres de bajos ingresos deciden tomar un crédito y pagarlo, otras no tienen este poder de decisión.  La frase “las mujeres son más responsables” está empezando a volverse anticuada al existir más opciones de préstamos, tanto para mujeres como para varones, y bases de datos de información más completas que permiten tomar mejores decisiones acerca de a quién se le debe prestar y el por qué.

Pero ¿qué es lo que está haciendo que muchas instituciones microfinancieras no carguen la responsabilidad de pago a la mujer? Yo diría que la razón es ceguera.  No sobre lo que sucede pero sí sobre las consecuencias. Varias veces hago esta pregunta a los gerentes seniors, sugiriendo que estas políticas agregan estrés y otras presiones sobre la mujer de bajos ingresos. Ellos responden que las decisiones de financiamiento son tomadas como unidad,  por toda la familia. Si bien, esto posiblemente sea cierto, también lo es que las mujeres en la región pueden confirmar la desigualdad que existe en la familia. De acuerdo a la Organización Panamericana de Salud, las mujeres casadas o en unión familiar en Latinoamérica y en el Caribe reportan violencia física o sexual por su pareja en una tasa del 17% en  República Dominicana (2007) y 53,3% en Bolivia (2003). A esto se suma, para exacerbar el problema, el hecho que los gerentes que establecen estas políticas de crédito son, en su mayoría, varones. Mientras las mujeres desempeñan un papel secundario; Gerentes Generales, Gerentes de mando medio y también miembros de directorios son principalmente varones.

ANDARES, red de Mujeres para las Microfinanzas, está trabajando con EA Consultants, en un estudio que busca cuantificar el rol de la mujer en el liderazgo del sector microfinanciero en Latinoamérica y entender por qué las mujeres continúan sin estar representadas. Aspiramos inicial el diálogo para comenzar a mover a mujeres calificadas, brillantes y dinámicas fuera de la “cocina” de las entidades microfinancieras e impulsarlas a formar parte de la toma de las grandes decisiones de políticas de crédito, más que solo “servir el jugo” en estas microfinancieras. 

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