Sobreendeudamiento en microfinanzas: ¿Responsabilidad compartida?

Por Barbara Magnoni y Olga Siles

Hemos dedicado mucho espacio en este blog de ANDARES al tema del sobre-endeudamiento. Quizás porque este tema nos crea una enorme incertidumbre. Existen personas en nuestra región, clientes de nuestras IMF, que hacen grandes sacrificios para pagar sus deudas microfinancieras. Esto nos preocupa por el impacto social que representa, porque amenaza la estabilidad y el futuro de nuestras instituciones financieras, y porque cuestiona el sentido de nuestros objetivos laborales y nuestros grandes esfuerzos. 

Nos preguntamos, ¿será que hemos hecho más daño que bien? Y si es así, ¿cómo lo podemos compatibilizar con nuestro trabajo y nuestras carreras? ¿Estamos sobre-endeudando a las personas que queremos apoyar?

El sobreendeudamiento es una responsabilidad compartida que resulta de un conjunto de acontecimientos y es alimentada por varios actores en el sistema, incluyendo el cliente.  El cliente finalmente es el que decide, por ejemplo, si tomar un crédito productivo, y si lo utilizará para un fin no–productivo. 

Pero la responsabilidad no es solamente del cliente.  Las entidades financieras tienen que aceptar su rol también. El cliente necesita información y herramientas.  La transparencia en la información crediticia es un requisito para que el cliente pueda tomar decisiones sanas, mientras que la educación financiera puede apoyarlos en evaluar sus diferentes opciones de financiamiento, de acuerdo a sus necesidades. Asimismo, las entidades financieras que no monitorean el endeudamiento de sus clientes no conocen sus riesgos y están contribuyendo a la vulnerabilidad del cliente final. Para esto, es necesario crear una cultura de información e inteligencia de mercado en las IMF.  

Asimismo, tenemos que pensar en dos debilidades críticas del modelo de negocio microfinanciero tradicional: la primera es que las IMF suelen estimar el tamaño del mercado suponiendo que la demanda para el crédito es alta y constante.  No todos los adultos en los países con mayores niveles de desarrollo económico tienen créditos y no debiéramos suponer una demanda del 100% en países menos desarrollados. Posiblemente hemos sobreestimado la demanda crediticia y por lo tanto, sobre-prestamos. El segundo desafío es la innovación.  Las entidades financieras tienen cada día mayor competencia de empresas no financieras como la de teléfonos móviles y de tiendas comerciales, y es esencial para su sobrevivencia que éstas compitan activamente con herramientas de distribución más eficientes y convenientes.

Un ejemplo de estos puntos es Nicaragua, desde donde nuestra asociada, Olga Siles nos escribe. Olga subraya que Nicaragua es uno de los países más pobres de Latinoamérica con un ingreso bruto per cápita de US$ 2.551, según datos de 2012 (PNUD). En el país, las Micro y Pequeñas Empresas (MyPEs) contribuyen al 70% de los empleos y al 40% del PIB. El 82% de éstas son de propiedad femenina (FIDEG). Pese a que las mujeres juegan un rol protagónico en la gestión de las unidades económicas familiares, según Olga, su acceso al financiamiento continúa siendo limitado. Nos recuerda que en su país, existe todavía espacio para expandir el crédito a mujeres no bancarizadas. Por ejemplo, a pesar de existir más de 20 entidades financieras enfocadas en el microcrédito en el país, en 2011, solamente un 7% de las mujeres del país habían tomado un préstamo en el último año, según datos del índice Findex del Banco Mundial.  Claramente, la oferta actual crediticia está concentrada en algunos segmentos geográficos y demográficos más saturados.

¿Cómo podemos compatibilizar estos bajos niveles de crédito con el gran número de entidades especializadas en el sector de las microfinanzas en Nicaragua? Con innovación y prudencia.  Según Olga, de allí, “la importancia de que nuestras instituciones microfinancieras hagan una revisión crítica y objetiva con el fin de mejorar la calidad de servicio especialmente hacia las mujeres”. Resalta que el sector carece de la capacidad y los recursos para conocer las necesidades de las mujeres en el país y lograr un mayor impacto con las microfinanzas.  

No quisiéramos dejar la tarea solamente en las manos del mercado y de los clientes.  En muchos países, el mercado no ha logrado resolver el problema del sobreendeudamiento de por sí.  En muchos casos, la misma presión competitiva, la liquidez no productiva, y las amenazas de jugadores internacionales que están entrando a varios países presiona hasta a las IMF más sociales y responsables a sobre-prestar para no quedar atrás.  Es por esto que, todo lo que hemos tocado, requiere voluntad, capacidad y recursos de reguladores, redes, gremios, organismos internacionales y hasta inversionistas para crear un ecosistema positivo enfocado en la protección al consumidor.  Al fin de cuentas, será el cliente el que decidirá si se sobre-endeudará o no, pero por lo menos deberíamos asegurar que éste cliente tenga las herramientas suficientes para tomar tal decisión y que sus prestadores sepan que las consecuencias también son compartidas.  


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